martes, 16 de marzo de 2010

Receta

Huevos a la Flamenca (4 personas)

Delicias de recuerdos.

25 gr de mantequilla - 30 gr de ternura

1 chistorra - 1 recuerdo

250 gr de guisantes - 250 gr de cariño

4 huevos - 4 amigas

Queso (al gusto) - te quiero (“a rabiá”)

Tomate frito - Felicidad

Una cazuela de barro - Una enseñanza-un aprendizaje

En una olla se pone agua fría con un poquito de sal y se espera que hierva para cocer los guisantes. Mientras recuerdo con ternura cuando siendo un “mico” me pegaba a tus faldas para ver que estabas preparando, siempre me gustó mirarte.

En la cazuela de barro se pone la mantequilla”, palabras que recuerdo como sí la susurraras con cariño en éste mismo momento.

Cortamos la chistorra y la refreímos en la cazuela con la mantequilla. Junto a ella aprendí primero a defenderme en la cocina, y con paciencia, observación y teniendo cerca de la mejor maestra que se pueda tener, la que no desespera , enseña con cariño, paciencia y maestría, aprendí a valorar con amor el poder de la cocina.

Una vez refrita la chistorra, vertemos los guisantes por encima , se va añadiendo confianza, van creciendo las ganas de cocinar, como crecen los recuerdos, como crecen los momentos que a mi madre me unieron en la cocina.

Luego ponemos los huevos crudos, rallamos el queso, y lo espolvoreamos por encima de los huevos, pequeñas motas de cariño que dan sabrosura a éste plato estrella, el que nunca me sabe igual, porque el amor es más grande, el amor incondicional de una madre hace de éste plato su unicidad.

Para finalizar echamos el tomate frito a modo de espiral y lo tapamos todo con una tapadera. A modo de juego, es cómo muy pequeña me interesé por la comida, creí, pensé, que si yo elaboraba mis propios platos, añadiendo, manipulando, mezclando los ingredientes a mi gusto, lo que cocinaría me gustaría, porque yo nunca haría nada que no me gustase, y aprendería a comer y podría dar tranquilidad a mi madre que siempre se disgustó tanto conmigo por ser tan mala para comer.

Una gran receta, sencilla pero completa, que recuerda por sus lunares a los vestidos de las niñas que en Andalucía van a las ferias, de ahí su nombre “Huevos a la flamenca”. Con los años, y lejos de ésta mala reacción, no sé si por ser niña, o por cabezonería o ... he aprendido a comer, creo que mi paladar se ha educado en sabores que nunca creí que probaría, disfrutar con sabores, y asociar éstos sabores a recuerdos, a recuerdos de niña porque hace mucho que me fui de casa, y disfrutar de sabores que me llenan de alegrías, de inocencia y madurez, de ternura, paciencia y mucho amor.

Cuando los huevos estén cocidos, el plato estará listo para comer. Cuando se comprende la importancia de una madre al querer alimentar suficientemente bien a su hijo, aquello que le angustiaba , que recuerda con tanto sentimiento, es cuando he comprendido la importancia del cariño y de la ilusión que se pone, cómo ingredientes fundamentales en la elaboración de un plato.

Es muy importante mantener el orden de los ingredientes para que el plato sea como una feria de sabor.

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